miércoles, 22 de octubre de 2008

Cereza de Cayena

Para neutralizar los olores a alcanfor y pastillas que se impregnaron como si mi piel fuera esponja después de los últimos días en la turística sala de terapia intensiva, mi Tía, la que se dedica a la venta de productos por catálogo, me regalo una colonia que recomiendo: “Frescor de Pitanga”.
Si lo se, es lo primero que yo también pensé. Pero cubre su cometido entre el perfumado de madera seca y azahares, sumándole la pitanga, que incomparable a cualquier otro fruto, si es que es un fruto, huele muy bien, pero sabe como si fuera un amarillo estridente, oxidado, horrible pobre. Pero fui acostumbrándome.
Así que después de bañarme y cuando no me baño, antes de dormir y cuando salgo, si hace calor o si me pongo mucha ropa, me riego desenfrascando casi todo el contenido, lo que sobra de cada puesta, me lo tomo y las toallas con las que seco del piso lo que se cae, las cuelgo de cortinas y que toda la casa huela a mi.

Mis días de frescor ahora son así, pastito de parque y barrilete que no levanta vuelo. Paseando a Uli y Jacintita, llegué a la conclusión de que el material recolectado a la mañana es de primera: algo resulta atrayente para la gente, pues por día la corriente espesa de cayena logra que yo charle con al menos tres personas distintas a mí, vestidas y que otros también ven y no se razones pero en mis interlocutores siempre surge como conversación algo del país hermano de Venezuela y, casualmente, sus mascotas usan pañuelito; averigüé, luego, que muchos preparan un cocimiento contra la disentería y la diarrea, yo, en cambio, por aperitármelo a diario, ya no tengo por qué preocuparme y me ahorro el hervidero y los gritos de mi Madre, santa Madre que me prohíbe usar el fuego en cualquiera de sus versiones imaginándome inflamable por proximidad; y por último, parece que la infusión de colonia no es recomendable, provoca alucinaciones y encasilla a sus degustadores como sinestésicos, lo cual no trae, a mi mezclado entender, más que enormes beneficios; cuarto: por los tres resultados previos, yo sonrío.

jueves, 16 de octubre de 2008

Al gran Pueblo Argentino, Salud.

Estaba en el Golfo ventilada con violencia y haciendo la tumba carnera involuntariamente contra el ripio de la playa la tarde que a las siete te fuiste de mi horizonte... al principio lo dudaba, porque, viste como soy, yo te seguía viendo, no muy nítido pero indiscutiblemente vos.
La cosa es que entre el mareo de los tumbos y la indiferencia de mis amistades, nadie me aviso que a quien yo le susurraba caracoladas era apenas la estela de quien no estaba.

Me di cuenta recién a la noche, cuando paseando por el pasillo de Margaritas me asomaba a los saltitos por entre la gente a ver si te veía y charlando un rato, te contaba todo otra vez. Pero un flaco me dijo:
-Yo no soy. Y anda a pedir una curita, te sale sangre del corte de la frente.
Así que creo que no te encontré. Qué se yo, primero si, después cuando me dijeron, no; al menos durante esos 15 minutitos te sentí cerca otra vez.

Cuestión: te habrás dado cuenta, no quería engañarte pero yo no soy la del póster, no soy; y aunque te veo en casi todos, no me animaba a decírtelo en la cara, incluso si no era la tuya.
Por eso te dejo esta notita abrochada acá, en la solapa del cinturón de la malla y te regalo este almanaque de Quinquela, edición limitada, pero le recorto el caballo para mi maqueta del Cruce de los Ándes, aunque capaz que lo uso para otra cosa: un señalador, asustar a alguien, o para algún collarcito, no se, después lo decido. Con el caballo me llevo los meses de Abril y Agosto.
Y no, no te preocupes por mí ni me tengas en cuenta en tus oraciones; por estas latitudes pareciera que todo vuelve a la normalidad... digo pareciera porque uno sabe, en sus pliegos más íntimos y porque el otorrino (que en este caso no es un pájaro) me lo dijo, que sigue susurrando el mar turquesa adentro de la cabeza de los que no nos vamos del todo.

Entre mi grupo sanguíneo y mi nombre, fíjate si también está mi teléfono, y si de pasada trámites impostergables te traen a éstas costas, llámame que cucha para unos días, hay.


lunes, 6 de octubre de 2008

Septiembre o Setiembre?

Me entretuvo la consolidación de la relación paternofilial... y la ininterrumpida chorrera de estornudos primaverales.

-A esta altura mi'ja?
-Sí, qué tiene? no hay edades para las alérgias.
-No, digo lo de la consolidación.
-Ah... es que volví a casa.